No podemos hablar del fenómeno OVNI sin traer a nuestra mente alguna película o programa de televisión en donde se toca el tema, no podemos evitar recordar alguna escena que particularmente nos haya impactado en donde un ser extraterrestre interactúa con los habitantes de la tierra, amigablemente o con terribles planes, pero siempre es una aventura cautivadora, cargada de mágicas aventuras, sorpresas y sobre todo suspenso.Son varias las producciones cinematográficas que hacen referencia al fenómeno OVNI, con grandes presupuestos y espectaculares efectos especiales. Pero tras esas aparatosas imágenes se esconde una exhaustiva investigación con asesores que dan credibilidad al guión.
Las películas sobre desastres han sido una constante en el cine mundial, desde sus inicios y por lo general siguen una fórmula perfectamente establecida: alguna catástrofe; amenaza al mundo, país o ciudad, y un grupo de audaces humanos logran combatirla aunque sea con un elevado sacrificio personal. Sobra decir que el género sigue vigente, y quizás más próspero que antes gracias a los efectos digitales. Sin embargo, me parece que el nuevo siglo trajo consigo una curiosa variación en la fórmula; hace apenas diez años podíamos ver películas como “Día de la Independencia” “Armagedón” e “Impacto profundo” en las que el mencionado acople de valientes soldados y científicos unían fuerzas para rescatar al planeta.
El punto es que desde hace cinco años hemos visto surgir una nueva especie de catástrofe fílmica en cintas como “El día después de mañana”, “El Día en que la tierra se detuvo” “La guerra de los mundos” películas donde el desastre es inevitable, no tiene simple solución, y sus protagonistas sólo buscan escapar con vida. La revisada fórmula ya no requiere heroicos redentores (norteamericanos) equipados con alta tecnología, irreverente actitud, ahora basta con tener el ingenio (o la suerte) suficiente para permanecer un paso adelante de la tragedia, con la esperanza de vivir un día más. Incluso si la humanidad (o el país, ciudad, etc.) sobrevive, usualmente es por azar o por un factor externo que milagrosamente pasa en el último momento.
Presagio es la más reciente película con estas características, y comienza en 1959, cuando los estudiantes de una escuela preparan el contenido de una cápsula de tiempo que será abierta en 50 años. Dicho contenido consiste en dibujos donde cada niño imagina el mundo del futuro; pero en vez de hacer su dibujo, la pequeña Lucinda (Lara Robinson) escribe febrilmente una larga secuencia de números sin aparente significado. El papel con la enigmática secuencia numérica cae en manos del pequeño Caleb (Chandler Canterbury) y se lo enseña a su padre John (Nicolas Cage), un destacado profesor en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, quien rápidamente descubre el significado de los números , que no sólo predicen la fecha de accidentes y tragedias pasadas, sino que especifican el número de víctimas y la locación de los eventos, la lista se extiende al futuro próximo, presagiando catástrofes que quizás puedan evitarse con este inesperado conocimiento. Pero la última fecha en la lista sugiere algo mucho más siniestro y de mayor envergadura... ¿quizás el fin del mundo?
¿Cuál será el nuevo mensaje que nos transmite este tipo de tendencia en el cine?
Así como Presagio camina entre la delgada línea de la fantasía y la realidad hay muchas otras producciones que están tomando otro sentido, utilizando un lenguaje silencioso, proyectando el descalabro que nuestro planeta está sufriendo y las atroces consecuencias que podrían resultar sino damos un alto, pero no solo nos dan un mensaje de alerta , sino un rayo de esperanza de poder rescatar la conciencia y revivir en nosotros, aquellos sentimientos de paz y salvación.
Se trata de algo a considerar muy seriamente, ya que estas películas, lejos de popularizar el género, están tratando de crear una nueva percepción y una conciencia expandida para las nuevas generaciones , es momento de cambiar la tendencia entretenimiento y dejar un verdadero significado.
